Estudio Biblico 3.
Pastora Marcia Blasi.
Iglesia Evangelica de Confesión Luterana de Brasil.
Leer Marcos 7. 24-30
Muchos países alrededor del mundo celebraran El Día de las Madres el domingo 10 de Mayo. Este año la celebración será diferente. La pandemia del coronavirus ha cambiado a la gente y su estilo de vida en todo el mundo. Mucha gente no tendrá la oportunidad de visitar a sus mamás o no podrán. Otras personas están tristes… lloran la perdida de sus madres y de la gente que aman. Que tiempo tan diferente y difícil.
Ser madre nunca ha sido una tarea fácil, especialmente ahora. Hay muchas demandas. Hay muchos miedos y retos. Muchas mamás se sienten abrumadas, cansadas y estresadas.
En nuestro continente, mujeres y madres buscan en el suelo algo que comer para proveer a sus hijos e hijas. Ellas comen las migajas que caen de las mesas llenas del sistema económico injusto. Son tratadas como perros, o algo peor. Muchas no se dan por vencidas y siguen luchando. Ellas cuestionan, claman, luchan día a día para que sus hijas e hijos “se curen” de los demonios del hambre, miseria, violencia, enfermedades, falta de educación, pobreza.
La mujer extranjera que vio a Jesús está en una situación muy difícil: su hija estaba enferma. Ella había escuchado las historias de Jesús y valientemente le pide ayuda. Como otros extranjeros ella fue tratada groseramente. Pero fue Jesús quien lo hizo.
De hecho, ella no tenía opción de renunciar. La situación era seria. Ella le pregunto y desafío la respuesta de Jesús. La mujer quería ser incluida y sabía que Jesús podía salvar a su hija. Jesús se da cuenta de la valentía y la fe de la mujer, cambia su mente y entiende que toda la gente que cree tiene un lugar entre su gente. El escucha el llanto de la madre y le anuncia que su hija ya está sana.
Hoy muchas mujeres continúan buscando ayuda para sus hijas e hijos enfermos hambrientos. Están sujetos a muchas cosas para garantizar que la vida continúe. ¿Pero hasta cuándo? ¿Cuánto tiempo tendrán que soportar?
Las acciones de Jesús son transformadas en realidad. En su amor y en su proyecto de vida, toda la gente ya tiene un lugar, especialmente aquellos que sufren más. En vez de comer las migajas debajo de la mesa, Jesús nos invita a sentarnos a la mesa, contar historias, hacer planes, construir nuevas relaciones y una nueva mesa donde todas y todos cabemos. Jesús sigue esperando, creyendo que somos gente capaz.
Para pensar:
- ¿Cómo te imaginas la vida de esa mujer?
- ¿Has pasado por situaciones similares? ¿Alguna vez has pedido ayuda?
¿Recibiste ayuda?
- ¿Cómo te sentirías si escucharas la grosera respuesta de Jesús? ¿Alguien te ha hablado así?
- ¿Qué harías si tu hija fuera sanada?
- ¿La mujer fue sola hacia Jesús? ¿Cómo podemos las mujeres, madres o no, apoyarnos mutuamente en tiempos difíciles hoy?
En este Día de las Madres, recordemos a todas las madres que no saben como ser mamás. Recordemos a aquellas que están cansadas por todo el árduo trabajo. Recordemos a todas las mamás que han perdido a sus hijas o hijos. Recordemos a todas las mamás que no reciben abrazôs, amor o cuidado.
Pero también recordemos a las hijas que esperan ansiosamente afuera de los hospitales; aquellas que extrañan a sus mamás; aquellas que no tienen Buenos recuerdos de sus madres. Recorcodemos y oremos por ellas y por nosotras.
Dios, en su infinita gracia, bendícenos, protegenos y danos valentia para pedir ayuda para la gente que amamos y para nosotras mismas. Amen.
