La Federación Luterana Mundial (FLM) es una comunión de iglesias viva y comprometida. Sus iglesias miembro comparten la comunión de púlpito y altar y ponen en común sus recursos espirituales y materiales a fin de participar juntas en la misión de Dios en el mundo. Esta comunión está viva porque Dios la llama y la sostiene. Vivir juntas como comunión de iglesias es un don que les ha sido confiado. En respuesta al llamado de Dios, la FLM se ha comprometido en el avance constante de esta comunión. Como don es algo que recibimos, como tarea es algo a lo que nos comprometemos para su realización. Desde sus inicios la FLM ha crecido en forma tangible en cohesión eclesial. Esto es visible en sus estructuras y prácticas: se puede ver en los textos constitucionales y sus estructuras de gobierno, así como en la manera en que se reúne, trabaja y celebra en forma conjunta.