Estudio Bíblico 22
Josiane Velten, estudiante de Maestria, y Samira Rossmann Ramlow, estudiante de teología – Programa de Género y Religión, Faculdad EST/IECLB.
Traducción: Elisa Pérez Trejo (ILM)
Texto: Mateo 10:32
Nosotras confesamos nuestra fe en Cristo
Argula von Grumbach nació en 1492, en la ciudad de Beratzhausen, Alemania. Fue la hija de Katharina von Toerring zu Seefeld y Berhard von Stauff, una familia noble, pero empobrecida. Sus padres valoraron mucho la educación de sus hijos e incentivaron que las hijas tuvieran una buena educación, lo cual era algo excepcional en aquellos tiempos. A la edad de 10 años Argula ya sabia leer. Prueba de esto es que ella recibió la Biblia como un regalo de su padre, con una nota que decía “estúdiala con dedicación”.
Cuando Argula cumplió 16 años, se mudó a la corte de Bavaria en Munich. Ahí, se convirtió en la asesora de la Duquesa Kunigund, que estaba casada con el Duque Albert IV. Como ella vivía con la familia de los duques, “recibió la educación, que en su tiempo, solo las hijas de las familias nobles con buenas condiciones financieras, tenían acceso”
Después de que contrajo matrimonio, Argula dejó la corte junto con su esposo. Su fe en Cristo la hizo una mujer libre que participó activamente en el movimiento de Reforma. Como Lutero, ella fue de lugar en lugar, dando testimonio que la salvación es por Gracia y por medio de la Fe. Ella participó en la Dieta de Augsburgo, que resultó en la confesión de Augsburgo (1530). Poco después de la Asamblea ella fue a Cobourg para hablar con Lutero sobre las decisiones que la asamblea había hecho y sobre la dirección en la que se dirigía el movimiento de Reforma.
Al final de su vida, se mudó a Zelitzheim, donde muere en 1554. Argula, entre tantas otras mujeres, fue un ejemplo de valentía y coraje. Ella luchó en contra de las injusticias y en pro de la equidad de género, destacando por su personalidad excepcional. En 2009, la Iglesia de Bavaria creó la Fundación Argula von Grumbach, para ayudar a los trabajos que promuevan la equidad de género en la iglesia y en la sociedad. En Schweinfurt hay un monumento en su honor con la inscripción “Streitbare Redormatorin” (Reformadora Militante).
El texto de arriba, escrito por la teóloga Josaine Velten, nos muestra que Argula von Grumbach fue una teóloga activa en el movimiento de la Reforma. Ella desde un punto teológico, cuestionó a los religiosos, académicos y autoridades sobre las obligaciones transmitidas a las mujeres por la Iglesia, basadas en las enseñanzas de Jesús. Al leer la biblia, ella argumenta que tanta “hombres como mujeres son llamadas a confesar a Cristo” En una de sus cartas, Argula cita el texto de Mateo 10:32 “A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.” No había duda que para Argula y tampoco para nosotras tendría que ser un problema, que las mujeres estaban incluidas en las palabras de Jesús. Ella fundó su fe en la verdadera roca, Cristo. Inspiradas por el mismo pasaje podemos decir que somos hijas amadas de Dios, justificadas por Cristo en la cruz y constantemente inspiradas y animadas por la Divina Ruaj, el aliento de vida. Nosotras confesamos esto porque creemos en la importancia de Cristo como la centralidad de la Biblia y estamos agradecidas por aquellas que propagaron el amor y la justicia enseñadas por Cristo.
Entonces, hoy 500 años después del testimonio de esta importante mujer que nos anima a levantar nuestras voces, yo pregunto ¿Cómo podemos nosotras, hermanas de diferentes lugares, edades, etnicidades, realidades confesar nuestra fe en Cristo Jesús?
Jesús vino a promover justicia, amor, solidaridad, misericordia y salvación. Nosotras podemos confesar nuestra fe en Cristo Jesús siguiendo este camino. También, podemos mostrar solidaridad con aquellas mujeres que están experimentando dificultades, ayudándolas a buscar espacios seguros y sus derechos. Podemos asistir creando discusiones sobre equidad de género en nuestra comunidad, cuando la práctica no está en la línea con el proyecto de Jesús.. Podemos ser de bendición en la vida de las demás cuando todo fuera (y muchas veces en las casas) es difícil y aterrador. Claro, que podemos ser un recordatorio de Cristo para nuestras hermanas, mostrando amor y misericordia a través de nuestro testimonio.
Como Argula, nos podemos fortalecer espiritualmente mediante las Escrituras que son liberación cuando apunta la centralidad de Cristo. Y, a través de esta clave de lectura, debemos recordar que tenemos autoridad para combatir cualquier práctica, discurso y comportamiento justificado con pasajes de la Biblia, pero que no tienen a Cristo en el centro.
Inspirada por el papel de Argula von Grumbach en el movimiento de Reforma, escribí esta confesión de fe y las invito a confesar conmigo:
Creemos en Jesús que sufre con nuestros dolores
Creemos en Jesús que nos sana a través de nuestra fe.
Creemos en Jesús que cree en nuestra palabra
Creemos en Jesús que no nos condena
Creemos en Jesús que nos perdona y nos da una nueva oportunidad.
Creemos en Jesús que bebe de la fuente del agua de vida
Creemos en Jesús que escucha nuestro corazón y nuestro clamor.
Creemos en Jesús que nos consuela y nos recuerda la vida eterna
Creemos en Jesús que nos incluye y nos valora
Creemos en Jesús que acepta nuestro perfume
Creemos en Jesús que nos da de comer y beber
Creemos en Jesús que nos cuida a nosotras y a nuestras hermanas.
Creemos que Jesucristo es justo, misericordioso y bueno
Creemos que Jesucristo quiere que estemos vivos y perseverantes en la lucha por la justicia para que todas nuestras hermanas tengan vida en abundancia.
Amén.
Para reflexionar juntas:
- ¿Qué puedo hacer para confesar mi fe en Jesucristo?
- ¿Cómo puede nuestra comunidad ser signo de amor y misericordia?
- En este tiempo de pandemia, ¿dónde / cómo / en quién vemos a Cristo?
- Más de 500 años después de la Reforma, ¿qué hay que reformar todavía en nuestra iglesia y en nuestra sociedad?