Estudio Bíblico 14
Pastora Belinda Colindres
Iglesia Cristiana Luterana de Honduras ICLH.
¨ ¡Atención!, Manden llamar a las mujeres que tienen por oficio hacer lamentación. ¨
Jeremías 9:17 DHH
Con estas líneas del libro de Jeremías, quiero invitarles a que lean el contexto en el capítulo 9.
La Población de Israel estaba pasando por sufrimientos, angustias, muertes, tristezas, dolor e incertidumbre. Su contexto es el nuestro, ¨En tiempo de Covid-19¨.
El objetivo de pasar por este relato no es minimizarte por tus lagrimas sino levantar tu rostro y reconocer nuestra fortaleza y el favor de La Santa Trinidad para quienes claman por justicia.
¨Mujeres que tienen por oficio hacer lamentación¨
Las mujeres que tenían por oficio hacer lamentación, eran llamadas Plañideras, Lamentatrices o simplemente, Lloronas. Estas mujeres eran pagadas para que lloraran en los funerales. Eran contratadas por los familiares de las/os difuntas/os por distintas razones, podría ser por cultura, pues tenían la creencia que su llanto ayudaba a limpiar el alma de la persona que murió o porque en algunas culturas tenían prohibido llorar en público.
En la actualidad hay mujeres plañideras, algunas de ellas mencionan que ya no laboran pues la cultura está muriendo, pero aun así ejercen para participar en demostraciones y festivales culturales. Al preguntar ¿Cuál es su estrategia para llorar? ellas manifiestan recordar sus vivencias dolorosas, esto hace que los sentimientos afloren.
Ahora que conocemos un poco más de ellas podemos continuar con el relato.
Dios manda llamar a las mujeres y pide que las mismas intercedan por el pueblo y que conmuevan a los/as demás.
Podemos ver que Dios reconoce la labor de las mujeres, reconoce su oficio, pero también reconoce el sentimiento.
Reflexionemos un momento con las siguientes preguntas:
¿Por qué crees que era necesario llamar a las mujeres para que hicieran lo mismo que Jeremías hacia?, ¿Sera que ellas tenían una formula distinta a la de Jeremías?, ¿Sera que sus lágrimas eran distintas?
Para responderlas pasemos a recordar el contexto de las mujeres en la biblia. Tomemos en cuenta:
- El mundo patriarcal en que nacieron los escritos bíblicos.
- La posición de la mujer en estos escritos:
• Inferior al hombre.
• Sus únicas funciones, procrear y servir.
• Carente de derechos.
• Silenciada.
- Los lectores exclusivos de estos escritos, hombres.
- Las autoridades y guías, hombres.
En conclusión, la mujer era limitada a escuchar, obedecer y callar. Teniendo enormes diferencias entre los grandes beneficios del hombre y la desdicha de haber nacido siendo mujer en un mundo dirigido por hombres.
Si recordamos las palabras de las plañideras actuales: ¨recuerdo mis vivencias dolorosas y los sentimientos y las lágrimas afloran¨ podemos ver que las plañideras de las que nos habla en el relato de Jeremías, tenían infinidad de razones para que las lagrimas y sentimientos salieran. Aunque sus lágrimas eran pagadas (y posiblemente mal pagadas) no significaba que eran faltas de sentimiento o que fueran irreales.
Estas mujeres pasaban por tantas injusticias y opresión que hacían de sus sentimientos una fuente de ingreso.
Ahora podemos reflexionar en nuestras preguntas:
¿Por qué crees que era necesario llamar a las mujeres para que hicieran lo mismo que Jeremías hacia?, ¿Sera que ellas tenían una formula distinta a la de Jeremías?, ¿Sera que sus lágrimas eran distintas?
Pienso que no hay petición mas sincera que aquella que nace de quien esta padeciendo.
Eran las mujeres que vivían castigadas por el patriarcado, solo por el hecho de ser mujeres, y, siempre es Dios quien le recuerda al patriarcado y a nosotras mismas que este castigo es impuesto por la sociedad y no tiene nada que ver con su plan de amor, igualdad, equidad y justicia.
Quiero llevarte ahora a nuestro contexto.
Las mujeres en el mundo entero estamos derramando nuestras lágrimas.
Llora la madre por sus hijos e hijas hambrientas, enfermas, asesinadas.
Lloran las hijas por la violencia que sufre su madre a manos del padre, del jefe, del amigo, del novio.
Lloran las mujeres de impotencia al no reunir el valor necesario para denunciar a su agresor y llora de indignación cuando las autoridades no le escuchan.
Lloramos todas al conocer los nombres de nuestras hermanas asesinadas.
En ¨tiempos de Covid-19¨ nuestras lágrimas nacen y continuamente se resbalan por nuestras mejillas, son miles las mujeres que al igual que las Lamentatrices lloran por un salario, por un pan, por una migaja.
Son miles de mujeres que lloran porque han perdido sus empleos, porque no tiene el alimento para su familia, porque no tienen las medidas para prevenir el contagio del virus.
Miles de mujeres están sobreviviendo con su agresor en tiempo de confinamiento, llorando en silencio.
Ninguna de nosotras está exenta de estas situaciones en que nos volvemos ¨lloronas¨.
¿Te suena la connotación, ¨lloronas¨?
A las mujeres se nos ha puesto desde siempre diferentes calificativos por la libertad de gritar y llorar las injusticias, los temores, las incertidumbres, la solidaridad; nos han denominado: el sexo débil, lloronas, dramáticas y exageradas, pero solo nosotras y Dios mismo sabe que encierran nuestras lágrimas y lamentos.
Te propongo un ejercicio final.
Pongámonos en los zapatos de otras.
1. Recuerda a María, elegida por Dios para traer a su Hijo al mundo. Pensemos en sus lagrimas al ver a su Hijo muriendo injustamente de la manera más humillante. (Juan 19:25)
2. Recuerda a Noemí y sus nueras, piensa en sus lagrimas al verse separadas después de pasar tantas alegrías y tristezas juntas. (Rut 1:6-9)
3. Recuerda tus lagrimas cuando clamaste a Dios haciendo esa petición que solo él podía escuchar.
¿Qué tienen en común sus lágrimas y lamentos?
¿Fueron ellas mujeres débiles?
¿Fueron ellas mujeres que hicieron frente ante las adversidades?
Conclusión:
¨En tiempos de Covid-19¨ Las mujeres seguimos siendo las plañideras, Lamentatrices y lloronas. Verás mujeres lamentándose y llorando por el dolor de otros/as, lamentándose y llorando por su propio dolor.
Dios reconoce nuestras lágrimas, sabe que nuestros lamentos y llantos nacen del corazón y son reales.
Por siglos hemos sido herederas de esta virtud que el patriarcado le ha negado a nuestros hermanos hombres. En medio del calificativo ¨sexo débil¨ se encierra el poder de Dios perfeccionándose en nosotras. (2 Corintios 12: 7-10)
Son muchas las mujeres que ¨en tiempo de Covid-19¨ lloramos noches enteras, clamamos a Dios como las plañideras de Israel, encontrando esperanza y consuelo.
Al llegar la mañana la misericordia de Dios nos ha perfeccionado y hecho más fuertes.
Es ahí cuando la mujer que vende frutas en la calle, toma su canasta y se dirige a conseguir el pan para su familia.
Es ahí cuando la mujer que teje, toma sus hilos y emprende un nuevo arte.
Es ahí cuando la mujer violentada, toma valor y denuncia a su agresor.
Es ahí cuando la llorona, la mujer, sin recibir más pago que la libertad, que el pan, que el gozo, que la salud mental física y espiritual da la cara por sí misma y por los demás.
Mujeres que dan la cara, mujeres que dan sus lágrimas.