Estudio Bíblico 12.
Pastora Pérsida Gudiel de Solórzano.
Iglesia Luterana Guatemalteca, ILUGUA.
Un saludo de paz y bien, para todas y todos.
En el nombre del Padre, Hijo y Espíritu Santo, pedimos nos guie en este pequeño estudio, basado en la lectura del Evangelio de Marcos 6: 45–56 (La Biblia de Nuestro Pueblo, Luis Alonso Schökel).
Tema: “LIBRARSE DEL MIEDO Y TENER FE”
“¡Anímense! Soy yo, no teman.” (v.50)
Lectura del Evangelio: “45 Enseguida obligó a sus discípulos a que se embarcaran y lo precedieran a la otra orilla, a Betsaida, mientras él despedía a la gente. 46 Después de esto, subió al monte a orar. 47 Anochecía y la barca estaba en medio del lago y él a solas en la costa. 4 Viéndolos fatigados de remar, porque tenían viento contrario, hacia la madrugada se acercó a ellos caminando sobre el agua, intentando adelantarlos. 49 Al verlo caminar sobre el lago, creyeron que era un fantasma y gritaron, 50 porque todos lo habían visto y estaban espantados. Pero él inmediatamente les habló y les dijo: - ¡Anímense! Soy yo, no teman. 51 Subió a la barca con ellos y el viento cesó. Ellos estaban [absolutamente] pasmados; 52 ya que no habían entendido lo de los panes, pues tenían la mente cerrada. 53 Terminada la travesía, tocaron tierra en Genesaret y atracaron. 54 Cuando desembarcaron, la gente lo reconoció. 55 Reccorriendo toda la región, le fueron llevando en camillas todos los enfermos, hasta el lugar donde habían oído que se encontraba. 56En cualquier pueblo, ciudad o campo por donde pasaba, colocaban a los enfermos en la plaza y le rogaban que les dejara tocar al menos el borde de su manto. Y los que lo tocaban se sanaban.”
Reflexión:
El miedo que sentían los discípulos se debía a que Jesús los había dejado, según ellos “solos” en la barca, porque todavía no comprendían que, aunque él no estaba físicamente entre ellos, él no los había dejado. Ese sentir, es lo que nosotras y nosotros experimentamos en situaciones difíciles, como en nuestra actualidad.
Y como mujeres nos toca que vivir situaciones muy difíciles, es cuando sentimos que no podemos remar más contra la corriente y el viento fuerte.
Nuestros cuerpos reaccionan, cuando nos sentimos agredidas, desechadas, solas, discriminadas por ese machismo imperante. Y ese miedo puede causar trastornos en nuestro organismo, como Ansiedad, y otro tipo de desórdenes físicos, que muchas veces ignoramos y con el tiempo, hace estragos en nuestra salud física y mental.
Muchas veces vamos solas en esa barca, cuando enfrentamos, acoso, violencia familiar y laboral, porque al igual que los discípulos, se nos olvida que Jesús, no nos ha dejado y se presenta de muchas formas, pero nuestra desesperanza no nos permite verle.
También, hoy enfrentamos, toda la humanidad a una pandemia, que nos da miedo, hemos visto partir a parientes, amigos, vecinos, etc., volvemos a experimentar ese miedo, que nos agobia.
Aquí es cuando entra nuestra FE, cuando ya todo nos ahoga, debemos descansar seguras en el poder de Jesucristo, no afligirnos sino al contrario dejarle todos nuestros temores a Dios en oración, y él responderá, ya sea que calme las olas o que nos de fuerzas para enfrentarlas, nos dará su paz, que sobrepasa todo entendimiento. (Filipenses 4:7)
¿Y cómo nos libramos del miedo?
- Tomarnos tiempo para Orar y Reflexionar.
- Reconocer lo que nos está causando el problema (violencia, acoso, discriminación, etc.)
- Buscar ayuda (Iglesia, Familia, Psicólogo, Amigos, Derechos Humanos, Grupos de Apoyo)
- Hablar, no quedarnos calladas (para no alimentar el miedo)
- Denunciar (ser también la voz de las que no tienen voz)
- Y, sobre todo, buscar a Dios nuestro Salvador Jesucristo, teniendo
- Fe, para ser sanadas y libertadas. Porque recordemos que SOMOS LIBRES por la GRACIA DE DIOS, ¡AMÉN!
Que la bendición del Padre, Hijo y Espíritu Santo sea, con nosotras y nosotros, Amén.
